25 de septiembre de 2014

Integrarse en Bélgica

Si alguna vez visitáis Bélgica y comenzáis a ver gente joven vestida con túnicas feas y sucias, o llevando gorras tan extrañas como horrendas (a menudo con una visera de 20 cm de largo)... No os asustéis, es totalmente "normal". ¿Y por qué digo "normal" y no normal? Es una larga historia...

Manneken-Pis con la toga y la penne de la FPMS
(Facultad Politécnica de Mons)
Hace ya 4 años aterricé en el que sería a partir de entonces el país en el que me siento casi como en casa: Bélgica. Hasta poco antes no sabía nada de Bélgica, excepto que su capital era Bruselas y que el Parlamento europeo estaba allí. Sí, muy mal. Para cuando me fui allí de Erasmus al menos había aprendido que hacen buenas patatas fritas, que son conocidos por sus mejillones (moules) y que el país estaba dividido en dos, lingüísticamente hablando. Llegué allí de rebote: mi idea era aprender a hablar francés en mi último año de carrera; París habría sido mi primera opción, pero había mucha competencia y mis notas no estaban entre las mejores, así que opté por un destino más pequeño y asequible: con pocas plazas y desconocido para que nadie lo solicite y auto obligarme a hablar francés. Y así fue que me planté en Mons, una mini ciudad estudiantil muy mona pero muy desierta (los fines de semana). Aunque mi plan de conocer a pocos españoles se fue al garete (ya comenté que poco importa el destino, siempre hay muchos españoles).

El caso es que yo iba decidida a aprender francés, así que me junté con los españoles pero, sobre todo, me junté con los belgas. Esto fue posible gracias al azar que hizo que me alojara en una residencia llena de ingenier@s belgas y algunos españoles que en seguida me pusieron al tanto de una especie de "prueba" que había que pasar para asistir a muchas fiestas de belgas (información que recabaron de un estudiante belga muy majo que se lo aconsejó con creces). Dicha "prueba" consistía en una integración y se llamaba bleusaille, ni más ni menos. Esta prueba (o bleusaille) no está restringida a los estudiantes nacionales, ni mucho menos, pero es casi desconocida a los extranjeros. O les parece tal locura que ni se les pasa por la cabeza hacerla. Es una prueba de larga duración y, en el principio mismo, me recordaba a las que tienen que pasar los universitarios de EE. UU. para acceder a las fraternidades (sí, eso que tanto se ve en las películas). Digo de larga duración porque había que superar 2 o 3 semanas (depende de la facultad) muy duras, y digo que me recordaba a las fraternidades porque sólo habiendo superado dicho período como bleu (es decir, el estudiante que afronta las pruebas) tienes acceso a un montón de ventajas (no sólo las fiestas, sino también intercambio de apuntes, clubes de radio, cerveza más barata, descuentos en viajes organizados...).

Así que allí estaba yo, resuelta a superar esas 2 semanas fatídicas aunque sin saber muy bien por qué (a lo mejor por la filosofía de "lo que empiezo, lo termino" o tal vez por ganas de ver qué había al otro lado de tanto sufrimiento). Cada facultad de cada ciudad belga tiene sus integraciones y sus normas y sus pruebas, pero coinciden en algunos puntos:
- Durante 2 o 3 semanas los bleus deben esforzarse por aprender los cantos de su facultad
- Deben tratar con respeto a todos los poils y plumes (los estudiantes que ya han sobrevivido a la integración y que llevan al menos un año de universidad), sin importar la facultad, y aprenderse el nombre de aquellos con quienes ya ha tratado. Se dirigirá a ellos siempre diciendo "Bonjour Poil Fulano" o "Bonjour Plume Mengana"
- Irán vestidos/disfrazados de acuerdo a las directrices que reciban el primer día y llevarán colgando un cartel de cartón en el que se indique su nombre, apellido, edad, carrera universitaria, facultad y regional a la que pertenece (esto último puede no existir en todas las facultades)
- Deben vender todo tipo de elementos (bolis, lápices, alfombrillas para el ratón, reglas, chucherías, pegatinas, trapos, llaveros abrebotellas, etc.) que les son administrados por la "fraternidad" y recaudar el máximo dinero posible (cuanto más dinero ganas, mejor te tratarán a la hora de recontar las ganancias)
- Deben soportar todo tipo de humillaciones, peticiones, pruebas y gritos por parte de los poils y plumes

Nuestra fraternidad se dividía en 4 "regionales" y te tocaba en una u otra dependiendo de dónde vinieras, pero esto no quería decir que no pudieras relacionarte con las personas que no estuvieran en tu misma regional. Puesto que nosotros éramos un grupo de españoles y éramos Erasmus (y, por lo tanto, atravesamos fronteras) nos pusieron en la regional Frontalière. Esto quiere decir que, además de los cantos de la facultad y vender todo lo que he dicho antes, había que aprenderse los cantos de nuestra regional y vender sus zarrios también.

Sin embargo, una vez que se nos asignaba la regional, lo primero de todo era ser apadrinado o amadrinado. Tu(s) padrino(s) y/o madrina(s) se encargaría(n) de ayudarte, guiarte, explicarte cómo son las cosas, darte ánimos y motivarte para que llegaras al final de la bleusaille. Todo esto sin desvelar el gran secreto del día del bautismo... (aunque a veces te dan pistas). Para encontrar un padrino y/o madrina, o varios (no hay límite), tienes que subirte a un cajón enorme de madera, con tu cartel de cartón colgado al cuello y gritar cuáles son tus cualidades, decir que estás súper motivado para hacer la bleusaille y por qué. Tienes que venderte, vamos. En este caso el número de padrinos no importa mucho (claro que es mejor tener varios que uno solo) ya que lo que más prestigio te dará será el número de estrellas en su gorra (cuantas más estrellas, más veterano y respetado es). Nosotros conseguimos 5 padrinos (ninguna madrina, lo cual fue duro para mí ya que los otros españoles eran chicos), no porque fuéramos lo que todo estudiante belga quiere, sino porque nos pusieron de oferta. Sí, como lo oís: apadrinar cuesta unos 15€ por bleu a cada padrino, por eso quieren asegurarse de que han hecho una buena compra. Nuestro grupo de Erasmus éramos 5, y nuestros padrinos pagaron 15€ por todos (o sea, unos 3€ por cada uno...). No es necesario decir que ningún belga tenía muchas esperanzas puestas en nosotros (aunque se equivocaron porque ¡terminamos como unos campeones!).

Con el apoyo de tus padrinos/madrinas, tu regional asignada y tu cartel colgando del cuello ¡ya estás listo para empezar el sufrimiento! (quiero decir, ¡la integración!) Las semanas que seguirán tendrás un horario fijo pero compatible con tus clases (de hecho es obligatorio asistir a clase durante la bleusaille). Básicamente consistía en: a primera hora de la mañana (las 6 a.m.) tienes que ir a la radio de la facultad para bailar al ritmo que te pidan, hacer la conga y, a veces, comer crêpes. Después había que ir a clase. Sobre las 12 p.m. tienes que reunirte en la puerta de la facultad politécnica (que es donde yo "me integré") y formar una fila con el resto de tu regional; te dan un bocadillo y te llevan hasta el local que tu regional utiliza como sede, allí dedicas las horas siguientes a aprenderte y practicar los cantos regionales pertinentes. Al finalizar, debes dirigirte a la residencia (siempre en fila y cantando) y a las 15 p.m. comienza otra ronda de cantos (los comunes a toda la facultad). Podrías pensar que a las 17 p.m. ya eres libre pero, en el caso de que no haya ninguna actividad organizada, debes dedicar la tarde a vender todos los artículos inútiles que te han dado y a estudiar los cantos hasta conocerlos de memoria. A veces, sin embargo, había actividades organizadas que podían ser de dos tipos: un suplicio o algo guay (aunque casi siempre eran una mezcla de ambas). Entre las actividades "suplicio" había elección entre: la tarde deportiva (que terminaba siendo algo guay y divertido) o la tarde de "imitaciones" (que también terminaba siendo entretenida). Como actividades "guays" se contaban una salida a la piscina, donde se organizaban juegos de agua; la soirée fillot-parrain (fiesta ahijado y padrino) que era al principio de la bleusaille y se consagraba a pasar una buena tarde acompañado de tus padrinos jugando a juegos de mesa o a meterte en un disfraz de sumo y hacer lucha (inofensiva); el méchoui, que al principio era una actividad suplicio pero resultó ser una divertida barbacoa en el monte; o el concurso roi/reine de bleus (que resumiré diciendo "concurso de beber cerveza). Seguramente olvide algunas más, pero estas eran las principales (claro que también varían en función a la facultad). A excepción de los días en que la actividad ocupaba toda la tarde, el resto de días estaba bien visto que fueras al bar de la residencia (donde se concentraban todos los poils y plumes) a seguir vendiendo, a memorizar sus nombres y a soportar (en mi caso) que te pidieran cantar La Cucaracha hasta las 12 a.m., que era el toque de queda para los bleus.

A lo mejor puede no parecer tan horrible como dije que sería. Es porque no quiero asustar a nadie y porque todavía no he explicado qué pasaba durante el ramassage... El ramassage tenía lugar 2 tardes por semana, sobre las 8 p.m. Era el momento en que los poils y plumes te ponían más a prueba: ¿cuánto has vendido? ¿conoces los cantos? ¿cómo me llamo?... Todo esto acompañado de gritos, lloros, cantos, voces afónicas (de tanto cantar, en el caso de los bleus, o de tanto gritar, en el caso de los poils/plumes). Tenía lugar en una gran sala llena de mesas, en cada una de las cuales había un comité regional o, simplemente, unos enviados especiales que conocían bien los cantos y te hacían pasar el "examen". Si habías vendido bien, si conocías los cantos que te pedían y sabías los nombres de las personas, no tenías problema; te darían más cosas para vender y libre. Pero si no vendías bien, si no sabías los cantos ni los nombres... entonces era lo peor. Como extranjera nunca fueron demasiado crueles conmigo, pero mirando a mi alrededor (cuando podía) veía vasos de cerveza volar por las cabezas de los bleus, amenazas de cortar el pelo a las chicas (nunca eran verdad) o gritos que me hacían sentirme en algún lugar mezcla del servicio militar y un campo de concentración. Lo "normal", vamos.

Todo este suplicio, por supuesto, era voluntario. Había muchísimos bleus que lo dejaban; algunos el primer día, y otros casi al final. Era durante el ramassage o después de este cuando más bleus decidían irse. Yo sé por qué me sometía a ello: aprender el idioma y conocer a belgas para practicarlo, pero también por curiosidad por la cultura y por ganas de formar parte de algo que no existe en absoluto en nuestro país. Esto es, un folclore estudiantil de locos. Una vez pregunté a un amigo por qué lo hizo y, obviamente, sus razones fueron muy diferentes de las mías. En general, los belgas lo hacían un poco por tradición (sus padres lo habían hecho, por ejemplo) e imagino que también por las fiestas que se montaban... Éste en particular me dijo que lo hizo para superar su timidez.
Una cosa que me gustó de la bleusaille, sin embargo, fueron los principios que se "inculcan" a las chicas. Puesto que nuestra integración era en una facultad de ingenieros, había tan pocas chicas como os podáis imaginar. Y es por esto que hacían tanta piña e insistían tanto en conocer a las nuevas bleuses y que las nuevas las conocieran a ellas. Durante la bleusaille nos prohibían maquillarnos o ponernos guapas porque los chicos debían valorarnos por lo que éramos y no por cómo nos vistiéramos o arreglásemos. Por desgracia, cuando todo terminó me di cuenta de que a cada año se veía a las nuevas chicas como una amenaza, como rivales. Claro que no todas eran así, pero me dio pena darme cuenta de que, terminada la bleusaille, ellas mismas no se aplicaban los criterios algo feministas que nos habían exigido.

Tras dos semanas interminables, después de mucho sufrimiento y también muchos momentos divertidos, llegaba la prueba final: el último día, el bautismo. La noche anterior se dedicaba la tarde/noche a hacer una fiesta con bailes, cantos, chistes... en la que todos participaban y nadie sufría. Al final de esta velada, todos los bleus y los poils/plumes togés (los jefes del cotarro) subían al escenario y, con el resto de estudiantes, cantaban conmovidos la canción de la facultad. Recuerdo sentirme muy emocionada aquella noche, por el ambiente que había y porque ¡lo había conseguido! En 24 horas estaría bautizada (aunque no sabía qué quería decir aquello) y completamente "integrada". En el camino ya había hecho varios amigos y tenía muchas ganas de "estar al otro lado" y conocer a más gente. Durante esta fiesta nos felicitaron, nos dijeron que lo habíamos conseguido y que en unas horas todo habría terminado. ¡Ya me sentía como si todo hubiese terminado! Pero también nos previnieron de que el bautismo sería el peor día de todos y que nada de lo que pudiéramos imaginar sería tan malo como la realidad...

El último día tuvimos que disfrazarnos, y empezamos un desfile con el resto de facultades de la ciudad. Durante dicho desfile, que duró varias horas, teníamos que cantar mejor que nunca y más alto que cualquier otra vez. Nos sometían a todo tipo de pruebas asquerosas para las papilas gustativas y terminamos al pie de la colegiata, cantando (cómo no) el canto de la facultad. Después a las chicas se nos llevaron corriendo, mirando al suelo mientras sólo escuchábamos gritos. En momentos así el valor de un apretón cariñoso en la mano era lo único que podíamos decirnos para transmitirnos ánimos; recuerdo tomar la mano de muchas chicas aquella tarde. El día del bautismo las plumes me llevaron aparte y me dijeron: "Hoy será el peor día de tu vida, nada de lo que ha pasado durante estas semanas ha sido tan horrible como lo que te espera. Pero sé fuerte y aguanta, en unos minutos habrá acabado". Yo me reí un poco, nada podía ser peor que aquel desfile, que los ramassages y las pruebas a las que habían sometido a todos los locos que se atrevieron a llegar al final de la bleusaille...
Me equivoqué.
-----

Hasta aquí puedo leer, o más bien escribir. Juré sobre la penne (esa gorra horrenda) que jamás revelaría el secreto y, ¿de qué sirve conocer una cultura si después se traicionan sus creencias?
No obstante, fue una muy buena decisión y en ningún momento me arrepentí. Ahora, mirándolo con la perspectiva de varios años atrás... me digo que aquello es una locura y que están majaras, pero me alegro de formar parte de ello y de haber tenido la oportunidad de conocer tantas costumbres del país y de vivirlas como si fueran mías propias. Sin duda no me esperaba todo lo que me aportaría una bleusaille (aún más teniendo en cuenta que no sabía lo que era). Si desde un principio me hubieran dicho en qué consistía (y cómo terminaba) jamás se me habría ocurrido meterme en semejante "fraternidad". Da miedo y tal vez a vosotros también os parezca que es peor que la mili. No estáis equivocados pero... para mí fue toda una experiencia y la oportunidad de hacer amistades que aún conservo. Tan sólo hay que comprender que forma parte del folclore estudiantil belga, que, por cierto, lleva más de 175 años de historia... Y es que, ¡no siempre tenemos la oportunidad de adentrarnos en los caminos más desconocidos de la cultura de nuestro país de acogida!
****172****
Para más información, podéis visitar esta página (aunque solo está disponible en francés).

2 comentarios:

  1. Me he leído la entrada de cabo a rabo y me has dejado con las ganas con el final, pero lo entiendo jaja. Qué fuerte, no tenía ni idea de que rituales así se hacían por aquí, estamos demasiado acostumbrados a verlos en pelis americanas y los asociamos con ellos.

    ¡Por cierto! El año que viene quiero irme una temporada a Bélgica a mejorar mi francés y me gustaría explorar un poco el país. Hasta ahora, siempre que he ido de vacaciones me he centrado en Flandes, pero me gustaría ver más de Valonia (solo he estado en Dinant). ¿Me recomiendas ir a Mons?

    ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mons es una ciudad muy mona y yo le tengo mucho cariño (después del Erasmus, quién no? :-)), pero es muy pequeñita y es verdad que si no eres estudiante no tiene mucha vidilla. Otra que tiene muy buena pinta y es un poco más grande es Namur, a mí me gustó mucho cuando fui y tal vez sea más interesante :) Si no, siempre puedes recurrir a Charleroi o a Lieja, aunque no son especialmente las más atractivas a la vista, jeje
      Ya me contarás por dónde te decides! :)

      Por cierto, ¡enhorabuena por el dominio del blog! :)
      Hasta pronto!

      Eliminar